lunes, 27 de mayo de 2013

Populismos. Parte I Discursos y relatos.

Recurrir al discurso nacionalista no es ninguna novedad en política, ni en nuestro país ni otras latitudes,  utilizado tanto por dictaduras como por burguesías, el nacionalismo pasa a ser el relato necesario para traccionar a amplios sectores del pueblo, tanto laboriosos y empobrecidos como clases medias urbanizadas hacia proyectos que dicen representar a todos pero solo representan los intereses de las burguesías emergentes.  Herramienta gustosa de todo populismo, de exitosa fórmula para nuestro continente que por condicionamientos históricos culturales   siempre termina siendo seducido por lucidos lideres  de turno que con el tiempo y un poco de poder terminan convirtiéndose en buenos caudillos autoritarios .
En nuestra historia sobran caudillos nacionalistas y escasean patriotas libertarios y los pocos que tuvimos como San Martin, Belgrano y Castelli terminaron traicionados, pobres y hasta enjuiciados por esos caudillos mas burgueses que nacionalistas y mucho más reaccionarios que burgueses  cuando se vieron invadidos por el miedo de las masas populares convulsionadas.
Toda esta carga subjetiva que se viene sedimentando de generación en generación reafirma  en forma continua la matriz política de nuestra sociedad logrando establecer a través de los años personas proclives a cualquier discurso “patricida” (relato patriótico que termina siendo suicidio colectivo)  sobre todo si viene acompañado de activas políticas públicas que repartan migajas a los pobres y algunos humildes lujos a las clases medias.
En nuestro país tanto sociólogos como politólogos mediáticos nunca terminan de develar las causas  que originan las decisiones  colectivas que terminan hundiéndonos en los grandes  conflictos que se desatan entre las clases dominantes donde el pueblo es solo el convidado de turno para saldar cuentas ajenas,  coyunturas políticas, corporaciones malignas, crisis económicas, contextos internacionales, largos argumentos que no terminan de esclarecer la sencillez de una buen discurso populista aplicado en el momento oportuno ante un público permeable a tales discursos inscriptos en su ADN político cultural, para servir a los interéses mediáticos de la clase que se entrona en el poder.
Ejemplos cercanos de esto son el triunfo de Alfonsín en el “83, un excelente orador, un discurso que abarcaba a las amplias mayorías, donde con la educación   se comía, se curaba y se trabajaba, donde se revalorizaba la independencia nacional ingresando al grupo de los “No alineados” y donde se aseguraba que se podía ser soberano y democrático manteniendo una política internacional con independencia de criterio. Sumado también el reparto de la conocida caja PAN unas de las tantas migajas que recibió nuestro pueblo. Todo esto por supuesto  apoyado por el pequeño gestito de  Herminio quemando el cajón en la 9 de Julio, la frutilla del postre para que la gente termine  vitoreando  al radicalismo como la opción más democrática y pacifista para transitar un nuevo camino, después de tanta violencia institucional.  Discurso nacionalista bastante desconocido para un radicalismo que lo  pudo saborear pero no digerir, ya que rápidamente perdió el timón del rumbo cuando su discurso fue diezmado entre otras cosas por los grupos monopólicos y sus socios ocasionales que aspiraban a seguir profundizando el proyecto que la dictadura desarrollo en su proceso pero que Perón había iniciado en su retorno del “73 .
En  pocos años  y debido a la crisis económica nuevamente el pueblo fue cómplice una vez más del relato populista, de la mano del partido más apto  y  a su vez el mejor interlocutor y siempre tan bien ponderado  peronismo, que de la mano del cervecero Ubaldini comenzó haciéndole paros nacionales, que rápidamente con la ayuda de “servicios” y lumpenes tomaron una ascendente escala de saqueos y quema de negocios , situación bastante reiterativa en la vida política de nuestro país, quedando Alfonsín en la más absoluta soledad  ante la nueva envestida fachistoide.
Otra vez más el  pueblo, palabra mágica que encierra tantas calificaciones y clases, agredida y mal utilizada por la inmensa mayoría de los políticos,  salió a la espera del discurso salvador y lo encontró en el mejor de los últimos exponentes del peronismo autóctono.
Fervorosamente encarnizo relaciones con patillas Menen, una  vez más el relato   nacionalista a la orden del día, el provinciano de poncho  y caballo andar exclamaba un país para nosotros, una nación donde los del interior tenían en claro los valores, las tradiciones y el objetivo hacia dónde ir, la construcción de  un país del primer mundo.
El síganme  gano tres elecciones, donde todos los que hoy dicen no estar estaban, y mañana dirán también que hoy no estuvieron, pero que  la realidad determina que son siempre los mismos  ocupando distintos puestos. El problema se da  en que la conjugación verbal y los contextos históricos parecen disociados de los personajes, una habilidad digna de ilusionistas y magos, aseveran haber pasado de un lugar a otro sin haber estado en ninguno.
Ah, es de no olvidar que entre discurso y discurso una gran mayoría  de los que nunca los votaron cambiaba espejitos de colores por bendiciones del primer mundo, inclusive ya en la primera época de la dictadura muchos sectores se alinearon tras el discurso de la reorganización  nacional, gritaban apasionados los goles del mundial , viajaban a Miami con la famosa “plata dulce” y gritaban que las Malvinas eran Argentinas.  Poco después ovacionarían a  Caballo el mejor exponente peronista, levantado por el épico  discurso de doña Rosa y  Neustad, “el maldito Estado derrochón”  y malversador de fondos era el enemigo principal a exterminar tal cual habían hecho con 30000 personas durante el proceso, argumento estelar para estrangularlo y desguazarlo  “evitando de esta forma repartir dineros públicos”.
Una vez más la famosa clase media o mejor dicho la mediocre pequeña burguesía, vulgarmente llamados piojos resucitados, se llenaba de créditos para comprar las baratijas que el primer mundo nos vendían  gracias al uno a uno que todos bendecían. Claro está que cuando la crisis se empezó a profundizar porque ya nada quedaba por vender el malvado neoliberalismo puso en marcha los hoy tan bien recibidos planes trabajar, subsidios varios y bolsas de comidas, para descomprimir la crisis desatada. Herramientas no inventadas por el liberalismo más salvaje sino por todos los populismos, viejos y actuales Perón, Vargas, Color de Melo, Kirchner, Chávez, Correa, Roussed viejos y nuevos capitalismo remozado para apaciguar los ánimos caldeados de la inmensa cantidad de sectores que comenzaban a quedar fuera de la economía de mercado.
Guillermo Castelli.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La educación crea personas.