domingo, 23 de junio de 2013

Al mastodonte de América del sur se le aflojan las patas.



Brasil cuna de éste nuevo modelo capitalista de extractivismo desarrollista comienza a registrar los avatares de un pueblo que empieza padecer nuevamente la crisis de la concentración  capitalista.
La nueva potencia latinoamericana comprueba en la práctica que el robustecimiento económico de un país y de su burguesía  globalizada  dentro del sistema imperante  mundial se sigue logrando sobre la explotación de las clases más bajas. Décadas atrás era solamente   a través de la extracción de plusvalía que las clases altas lograban concentrar y acumular riquezas, la abundante producción industrial era el motor del gran desarrollo económico tanto para la clase explotadora como  para la manutención  de las clases explotadas.
En la actualidad tanto Brasil, Argentina como el resto de los países latinoamericanos  ya no generan principalmente  altas ganancias por medio de la producción industrial sino por la furtiva explotación de sus suelos y las riquezas que allí habitan, minerales combustibles, tierras fértiles para la producción de soja, maderas, agua, todas materias primas para alimentar  la producción de la industria del “primer mundo”.
Si bien conceptualmente no es la plusvalía del obrero el que genera la riqueza, sigue siendo éste el portador de las desgracias, ya que ni siquiera tiene la oportunidad de ser explotado por medio de un trabajo sino que es empobrecido justamente por no tenerlo y a demás sufre las consecuencias de padecer la devastación  de sus tierras y los resabios de la depredación capitalista. Minería a cielo abierto, agua contaminada, desforestación, desertificación, fumigaciones altamente toxicas, papeleras, todas causantes del deterioro del medio ambiente y por ende de la calidad de vida que las nuevas condiciones nos imponen para nuestro presente y la  futura existencia.
Si bien de alguna manera los gobiernos actuales han tenido  que otorgar un abanicos de prebendas( planes trabajar, becas de estudio, bolsas de comida, seguro de desempleos, etc.) para las poblaciones empobrecidas y los sectores asalariados desplazados para contener la exclusión a la que están siendo destinados a través de la reducción de las fuentes de trabajos, y las explosiones sociales que se producen cada tanto por las acuciantes condiciones de vida, no es la principal preocupación de las burguesías gobernantes ofrecer una mayor calidad de vida para éstos ,sino vuelvo a reiterar, contener, encausar, viabilizar la marginación y la pobreza con el menor costo político, asegurando la  dominación institucional para mantener el sistema rentable y en “sana armonía”.
Pero en este continuo devenir de tironeo y aflojes entre las clases dicotómicas, los de arriba van probando hasta donde los de abajo aguantan el ahorque del collar, dejando que los servicios primordiales como el transporte, salud y educación se deterioren o sean simplemente otra fuente de riquezas sin otorgar pequeños beneficios a los míseros usuarios que son condenados al maltrato diario, en tanto los de abajo sobrellevan el maltrato hasta que una pequeña gota de más se convierte en el detonante para desatar una furiosa protesta .
La protesta social que hoy vive Brasil es el emergente de un largo maltrato de su población en lo que a transporte, educación y salud se trata, no es solo el simple hecho del último aumento de boletos, éste solo se convirtió en la gota que rebalso el vaso impulsando a ciento de miles de brasileros a protestar contra el sistema. Y mientras la presidente intentaba por todos los medios establecer que el pueblo se manifestaba pacíficamente y que esto debía impulsar nuevos canales  para  construir una democracia más participativa, lo que realmente quería, era  disfrazar hábilmente la situación del espiral de violencia y represión que se está viviendo  para encausar nuevamente las protestas dentro del marco de la legalidad burguesa, evitando así posibles caos que demuestren que las masas incontroladas ocasionan crisis institucionales haciendo peligrar el sistema  , como ocurrió durante el 2001 en la Argentina.
Demasiados días de incendios y enfrentamientos tanto con policías como con el ejército para intentar disfrazarlo de “un desafío para profundizar la democracia”, un discurso bastante parecido al que utiliza Kirchner en la Argentina para argumentar cualquier cosa de las que le sale mal producto de la corrupción y los negociados, como la negligencia en el transporte ferroviario, y trata de encausarlo como si solo fuera un problema de resortes institucionales. Cuando está claro que estos gobiernos son representantes de los intereses de las burguesías globalizadas y operan para articular sus negocios a través de los Estados Nacionales tanto en la explotación de los recursos naturales como los servicios básicos que los estados deberían prestar a los ciudadanos.
Para  éste modelo extractivista muchas veces los centro urbanos son los testigos de las explosiones sociales, pero sin embargo los peores daños son sufridos por las poblaciones campesinas o los pueblos originarios, donde los testigos nunca existen, esos indios invisibilizados  por el sistema, aquellos dueños ancestrales de las tierras que hoy son desplazados, apaleados y muchas veces asesinados para despojarlos de sus tierras. Extensiones  necesarias para  que las empresas con la complicidad de los gobiernos de turno sigan deforestando para utilizar la madera, para plantar soja, extraer minerales o construir carreteras para transportar las materias prima que extraen.
Pueblos enteros son arrasados en la Amazonia, en el norte argentino, o en la selva boliviana, sin embargo pocas veces sus desgracias toman notoriedad y cuando lo hacen la gente dice “pobres mira como los maltratan” pero están allá, tan lejos, tan perdidos de éste mundo moderno “que al fin y al cabo a quien les interesa”,  son una noticia más al pasar como la de Félix Díaz y los atropellos que sufren a diario, pero nada cambia todo sigue igual, el capitalismo avanza diezmando  poblaciones, desertificando, fumigando, explotando minas, destruyendo el medio ambiente, acortando la vida de este mundo, el único que nos queda como fuente de vida.


Algún día los pueblos enteros deberán abrir sus ojos y tomar su existencia y su destino en sus propias manos, uniéndose en un solo grito de guerra capaz de exterminar a éste sistema maligno y devastador.



Guillermo Castelli.






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