Brasil cuna de éste nuevo modelo capitalista
de extractivismo desarrollista comienza a registrar los avatares de un pueblo
que empieza padecer nuevamente la crisis de la concentración capitalista.
La nueva potencia latinoamericana comprueba
en la práctica que el robustecimiento económico de un país y de su burguesía globalizada dentro del sistema imperante mundial se sigue logrando sobre la explotación
de las clases más bajas. Décadas atrás era solamente a través de la extracción de plusvalía que
las clases altas lograban concentrar y acumular riquezas, la abundante
producción industrial era el motor del gran desarrollo económico tanto para la
clase explotadora como para la manutención
de las clases explotadas.
En la actualidad tanto Brasil, Argentina como
el resto de los países latinoamericanos
ya no generan principalmente altas ganancias por medio de la producción
industrial sino por la furtiva explotación de sus suelos y las riquezas que allí
habitan, minerales combustibles, tierras fértiles para la producción de soja,
maderas, agua, todas materias primas para alimentar la producción de la industria del “primer
mundo”.
Si bien conceptualmente no es la plusvalía
del obrero el que genera la riqueza, sigue siendo éste el portador de las
desgracias, ya que ni siquiera tiene la oportunidad de ser explotado por medio
de un trabajo sino que es empobrecido justamente por no tenerlo y a demás sufre
las consecuencias de padecer la devastación de sus tierras y los resabios de la depredación
capitalista. Minería a cielo abierto, agua contaminada, desforestación, desertificación,
fumigaciones altamente toxicas, papeleras, todas causantes del deterioro del
medio ambiente y por ende de la calidad de vida que las nuevas condiciones nos
imponen para nuestro presente y la futura existencia.
Si bien de alguna manera los gobiernos
actuales han tenido que otorgar un
abanicos de prebendas( planes trabajar, becas de estudio, bolsas de comida,
seguro de desempleos, etc.) para las poblaciones empobrecidas y los sectores
asalariados desplazados para contener la exclusión a la que están siendo
destinados a través de la reducción de las fuentes de trabajos, y las
explosiones sociales que se producen cada tanto por las acuciantes condiciones
de vida, no es la principal preocupación de las burguesías gobernantes ofrecer
una mayor calidad de vida para éstos ,sino vuelvo a reiterar, contener,
encausar, viabilizar la marginación y la pobreza con el menor costo político,
asegurando la dominación institucional
para mantener el sistema rentable y en “sana armonía”.
Pero en este continuo devenir de tironeo y aflojes
entre las clases dicotómicas, los de arriba van probando hasta donde los de
abajo aguantan el ahorque del collar, dejando que los servicios primordiales
como el transporte, salud y educación se deterioren o sean simplemente otra
fuente de riquezas sin otorgar pequeños beneficios a los míseros usuarios que
son condenados al maltrato diario, en tanto los de abajo sobrellevan el maltrato
hasta que una pequeña gota de más se convierte en el detonante para desatar una
furiosa protesta .
La protesta social que hoy vive Brasil es el
emergente de un largo maltrato de su población en lo que a transporte,
educación y salud se trata, no es solo el simple hecho del último aumento de
boletos, éste solo se convirtió en la gota que rebalso el vaso impulsando a
ciento de miles de brasileros a protestar contra el sistema. Y mientras la
presidente intentaba por todos los medios establecer que el pueblo se manifestaba
pacíficamente y que esto debía impulsar nuevos canales para construir una democracia más participativa, lo
que realmente quería, era disfrazar hábilmente
la situación del espiral de violencia y represión que se está viviendo para encausar nuevamente las protestas dentro
del marco de la legalidad burguesa, evitando así posibles caos que demuestren
que las masas incontroladas ocasionan crisis institucionales haciendo peligrar
el sistema , como ocurrió durante el
2001 en la Argentina.
Demasiados días de incendios y
enfrentamientos tanto con policías como con el ejército para intentar disfrazarlo
de “un desafío para profundizar la democracia”, un discurso bastante parecido
al que utiliza Kirchner en la Argentina para argumentar cualquier cosa de las
que le sale mal producto de la corrupción y los negociados, como la negligencia
en el transporte ferroviario, y trata de encausarlo como si solo fuera un
problema de resortes institucionales. Cuando está claro que estos gobiernos son
representantes de los intereses de las burguesías globalizadas y operan para
articular sus negocios a través de los Estados Nacionales tanto en la
explotación de los recursos naturales como los servicios básicos que los
estados deberían prestar a los ciudadanos.
Para éste
modelo extractivista muchas veces los centro urbanos son los testigos de las
explosiones sociales, pero sin embargo los peores daños son sufridos por las
poblaciones campesinas o los pueblos originarios, donde los testigos nunca
existen, esos indios invisibilizados por
el sistema, aquellos dueños ancestrales de las tierras que hoy son desplazados,
apaleados y muchas veces asesinados para despojarlos de sus tierras. Extensiones
necesarias para que las empresas con la complicidad de los
gobiernos de turno sigan deforestando para utilizar la madera, para plantar
soja, extraer minerales o construir carreteras para transportar las materias
prima que extraen.
Pueblos enteros son arrasados en la Amazonia,
en el norte argentino, o en la selva boliviana, sin embargo pocas veces sus
desgracias toman notoriedad y cuando lo hacen la gente dice “pobres mira como
los maltratan” pero están allá, tan lejos, tan perdidos de éste mundo moderno “que
al fin y al cabo a quien les interesa”, son una noticia más al pasar como la de Félix Díaz
y los atropellos que sufren a diario, pero nada cambia todo sigue igual, el
capitalismo avanza diezmando poblaciones,
desertificando, fumigando, explotando minas, destruyendo el medio ambiente,
acortando la vida de este mundo, el único que nos queda como fuente de vida.
Algún día los pueblos enteros deberán abrir
sus ojos y tomar su existencia y su destino en sus propias manos, uniéndose en
un solo grito de guerra capaz de exterminar a éste sistema maligno y devastador.
Guillermo Castelli.
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