domingo, 4 de mayo de 2014

¿La derecha de la izquierda o la izquierda de la derecha?



¿La derecha de la izquierda o la izquierda de la derecha?

La razón fundamental por la que pese a la enérgica lucha de nuestro pueblo, las clases dominantes no han visto peligrar su dominación política ha sido la ausencia  de una opción revolucionaria de poder que ofreciera a las masas una salida política fuera de los marcos del sistema capitalista.
Y esta situación se ha ido tornando más compleja a través del paso de los años, teniendo en cuenta que el último auge popular con cierto contenido político fue protagonizado por nuestro pueblo, entre 1982, último manotazo de ahogado de la dictadura militar y 1988 desbarranco del alfonsinismo y frustración popular con el sistema democrático.
Luego de este lapsus donde afloraron cantidades de grupos y organizaciones que desde las clases bajas y medias trataron de darle forma orgánica a ideales, utopías y proyectos emancipadores, la burguesía supo no solo contener, sino también desbaratar todo intento de fortalecimiento ideológico y organizativo que acerque al pueblo a alguna definición política creíble de llevarse a cabo. Incluido el 2001 donde el poder instituido supo asustarse de manera tal, que por unos pocos días recorrieron sus pensamientos los ajusticiamientos populares , las expropiaciones a los grandes monopolios y el desafío fierro a fierro a las FFAA, por solo ser desbordados por un pueblo asqueado por  la falta de trabajo, la corrupción, y la explotación, pero sin ningún tipo de organización política capaz de sintetizar,  unificar criterios y consignas para seguir desarrollando una alternativa popular posible.
Los años se fueron sucediendo y los ideales, los principios y las utopías se fueron y siguen desvaneciéndose en el inconsciente colectivo.
En esta sucesión de fracasos y traiciones solo quedan algunos grupúsculos organizados y apenas un par de organizaciones trotskistas que intentan reivindicar un socialismo construido a través de elecciones, apartado totalmente de Marx y Engels, sus progenitores, que agitando verborragia revolucionaria cada vez se encuentran más cerca de Clarin que de las masas populares.
Sin embargo estas organizaciones trotskistas como el PO, el MAS, MST, etc. no hacen más que confundir, engañar y terminar trabajando para el enemigo más rancio. Y esto no es producto de la coyuntura, ni una equivocación en sus lineamientos políticos, por el contrario es el resultado cabal de su ideología y su práctica histórica.
No es ningún descubrimiento decir que su política se basa solamente en petardismo economicista, al igual que su política de organización, la cual se centra siempre en asambleismos y comisiones gremiales, haciendo del  mejoramiento salarial  el único objetivo , como si esto fuera “la consigna revolucionaria” , o como si fuera la razón fundamental para construir el socialismo que tanto pregonan.
Han reafirmado  históricamente al economicismo como su razón de vida, dejando de lado la lucha ideológica, la concepción del hombre nuevo, sus aportes y su valor en un nuevo tipo de producción socializada,  la construcción de un sistema donde el poder sea detentado por la clase revolucionaria,  una construcción ideológica, que lejos se encuentra de la portación de overoles o títulos de obreros; la cual se adscribe al estudio minucioso del desarrollo capitalista en sus diferentes etapas, al desarrollo de las diferentes instancias organizativas del pueblo, a la conquista de espacios de poder local urbano y rural, y a la posibilidad de generar un sistema alternativo que vaya avanzando de manera indefectible hacia el socialismo real.
Pero es necesario recordar que su equivocado análisis  de clase agrega a su  economicismo la política del  entrismo como forma  principal de inserción popular, debido a su lectura de la realidad y a su respuesta política, la izquierda trotskista siempre ha caído en la trampa de la propaganda burguesa de creer que las masas son peronistas, por ser la gran mayoría de  los  sindicatos, dirigidos por  peronista , por ende los trabajadores son peronista, por consiguiente la política a desarrollar va dirigida a la lucha económica dentro de los gremios, creando así una “nueva categoría” “obreros sindicalizados peronistas”   y sus militantes tienen que llevar su política al medio del conflicto sindical, como si esto fuera el único problema crucial de la revolución.
Y esta estrategia la vienen llevando a cabo  desde los años ´60 hasta la actualidad, con la diferencia sustancial  que en los  ´60 y ´70 el campo popular estaba radicalmente enfrentado con la burguesía dominante, y sus expresiones de derecha dentro del pueblo eran verdaderamente sangrientas por lo cual cualquier tipo de trabajo o alianza  con ellas era condena segura por todo el arco revolucionario y los trabajadores que en ese momento tenían una activa vida política.
Pero no debemos olvidarnos que el trotskismo así también como el PC (partido comunista) fueron reformistas, reaccionarios y hasta cómplices de la nefasta dictadura militar. En principio porque en la medida que el campo popular iba profundizando  sus organizaciones políticas y fomentando la lucha armada, el reformismo los fue acusando de extremistas, foquistas, aventureros y toda una gama de escusas solo para despegarse de los riesgos verdaderos que conlleva una revolución y el enfrentamiento directo con una dictadura militar, desnudando su verdadero carácter de clase pequeño burgués; pero también adjetivando al gobierno militar como “militares nacionalistas” que darían respuesta el extremismo izquierdista, como si no hubiesen sufrido sus militantes también persecución y asesinatos.
En estos días la historia se repite, siempre con el economicismo como “bandera revolucionaria”, no importa el contexto ni con quien generan la alianza, han sido el caballito de batalla de una CGT moyanista y barrinuevista , la peor lacra del peronismo, los cuales fueron la mano de obra barata de Perón , Lopez  Rega y la tripe  AAA, persiguiendo compañeros, torturando y asesinando en nombre de Perón en contra de la infiltración marxista.
No importa de la mano de quien van, solo importa hacer un paro por mayores salarios y en contra de la inflación, y no solo eso, sino que operaron  haciendo piquetes, el trabajo sucio que Moyano amablemente les dejo hacer para garantizar el paro, sin ni siquiera invitarlos a la mesa de la conferencia de prensa. Cuando el piquete ya ha dejado de ser una herramienta del pueblo organizado para pasar a ser una imposición del lumpen para la obtención de subsidios al parasito. Que por otra parte día a día la gente los repudia por haber dejado de ser una verdadera herramienta de lucha para pasar a hacer un autentico problema para los trabajadores que pierden presentismo, puntualidad y horas de trabajo.
En pocos días más irán a llenarle la plaza a los Moyanos y a los Barrionuevo y seguirán gritando por el aumento salarial, y por la construcción del “frente de izquierda y los trabajadores” como si esto fuera una dicotomía que debe unirse para conseguir una solución mágica. Parece que les es imposible construir una organización donde los obreros y proletarios sean hombres y mujeres capaces de ser los pilares de la organización y se planteen el socialismo, teniendo el compromiso político e ideológico para desarrollarla. Desde su concepción política hasta su práctica siempre terminan demostrando que ellos son los iluminados  de izquierda y los obreros son aquellos que los tienen que acompañar, ya que parecen tener un rol secundario.
Es cada vez más necesario profundizar en la teoría y en nuestra practica pasada para lograr un balance ajustado de aciertos y errores que nos permitan una lectura audaz del presente para aunar esfuerzos en la construcción de una herramienta capaz de aglutinar a hombres y mujeres con ideales bien templados en la ciencia del materialismo  dialectico y en la práctica diaria de los  trabajadores, para desarrollar una nueva teoría ajustada a las necesidades de ésta realidad otorgándonos los elementos pertinentes para una accionar revolucionario capaz de cuestionarle en un futuro cercano el poder a la clase dominante.

Guillermo Castelli.

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