domingo, 7 de junio de 2015

Femicidios, maltratos e hipocresías criollas.

Femicidios, maltratos e hipocresías criollas.
Hacer una movilización en contra del femicidio en el contexto de una sociedad cada vez más violenta es como realizar una marcha para que los barras bravas del futbol miren los partidos sentados en las plateas.
Circunscribir el maltrato hacia las mujeres o sus asesinatos a la violencia que ejerce el género masculino es un reduccionismo impulsado, planificado y publicitado por el propio sistema y sus interlocutores para descomprimir una situación de violencia creciente que nada tiene que ver con el género, sino con la profunda decadencia político-cultural que transita la sociedad argentina, que desde hace décadas viene siendo gobernada por la burguesía mas decadente y rancia de nuestra historia.
Parece ser que para algunas noticias los multimedios monopólicos son siniestros y anti patrias, pero para otras son auténticos portadores de veracidades promoviendo las consignas que arrastran a la sociedad hacia auténticos callejones sin salida.
Poner al género femenino y, en especial a las mujeres de determinada franja etaria que abarca entre la edad de noviazgo y la de parejas consolidadas,  como la única o la mayor de las víctimas de la violencia es desvalorizar todos los otros abusos o crímenes que pasan a diario en otras franjas y diferentes grupos que integra el otro género. Aunque no se publiciten análisis objetivos y serios respecto a los niveles de violencia que se ejercen en otros grupos, quién lleva la cuenta de los casos, para desestimar  cuantos padres e hijos sufren violencia de parte de madres abusadoras que cortan los vínculos de sus hijos con los padres ocasionando severos daños psicológicos a los niños, cuántos son los abuelos maltratados por parientes, en geriátricos, o en robos a diario, cuántos niños son secuestrados y desaparecidos, cuántos son los hombres muertos en asaltos por proteger a sus familias, mujeres y niños.
No hay una comparación real de los diferentes abusos y crímenes en cuanto a estadísticas oficiales, aún sabiendo de su poca credibilidad, pero así existieran y fueran más los casos de mujeres que los de hombres, se puede decir que el número o la cantidad de uno sobre otro, es lo que hay que valorar como parámetro. Y por otro lado ¿el género con menor número de abusos sería el culpable de lo que le pasa al otro?
Sí, es verdad que la mediatización de varios casos seguidos y su alta publicidad terminan desembocando en una movilidad social autentica pero muchas veces usada para conveniencia de algunos y del propio sistema, y sino recordemos el famoso caso de Axel Blumberg.
También hay que tener en cuenta que el propio sistema genera canales permisibles para la descompresión de las masas, tal como diría Durkheim, es necesario crear los canales adecuados para que las “enfermedades sociales puedan contenerse” y de esta forma mantener el sistema a salvo de eventuales revueltas salvaguardando la existencia del mismo. Y en este sentido podemos agregar los movimientos ecologistas, algunos que tienen que ver con los pueblos originarios, DDHH, medioambiente, etc. Al fin y al cabo lo que se trata de ocultar o sacar de foco es el verdadero enemigo de todas las sociedades, que es el capitalismo y sus diferentes etapas de desarrollo que socaban y sumergen a las distintas sociedades, sin importar los daños que se le producen al ambiente, a las personas o a las relaciones sociales entre ellas, según el papel que les toca ocupar en el gran reparto de tareas y en el área geográfica donde se encuentran eventualmente habitando , en verdaderos espacios selváticos donde prevalece el más fuerte o el más rápido, mientras que los demás son víctimas de una sangrienta y gran carnicería.
La violencia no es un simple problema de género en la Argentina, sino el padecimiento de sucesivos gobiernos peronistas, militares-peronistas y algún eventual radical devenido en populista, que vienen sumergiendo la cultura del país en un gran pozo ciego, donde confluyen la marginación, los planes sociales, los ejemplos de un funcionariado corrupto, el premio a la vagancia, la pérdida del habito del trabajo, la decadencia de la educación, la creciente corruptela, entre alguna de las cosas más vistas cada día por la inmensa masa de ciudadanos. En este marco lo más lógico es que recrudezcan todos los niveles de violencia, no es casualidad el continuo aumento de robos, secuestros, salideras, pibes y pibas peleándose en los colegios, madres y padres riñendo con maestros, accidentes de tránsitos resueltos a los tiros, picadas de autos, barras bravas en literales guerras y una interminable lista de violencia y más violencia en todos los órdenes de nuestras vidas.
La pérdida de valores y principios, la constante corrupción demostrada por la dirigencia política e institucional, el desconocimiento de la educación y el trabajo como pilares del desarrollo de la vida de las personas, la promiscuidad berreta de los medios de comunicación, el sometimiento de las grandes masas al clientelismo político, están logrando tener una sociedad cada vez más violenta y sin horizonte de futuro.
Y es verdad que ni las leyes ni las instituciones responsables  están a la altura de las necesidades, o mejor dicho, hasta son cómplices de los maltratos recibidos cuando una mujer se presenta golpeada o abusada en alguna dependencia del Estado, pero lo mismo les pasa a los padres que van a denunciar impedimento de contacto con sus hijos, por arbitrariedad de las madres o su simple venganza; y esto también se repite en la denuncia de robos, secuestros, violencia en las canchas y todo tipo de acto violento. Nada hace la justicia, porque toda la institución está conformada por burócratas que el sistema ya se ha encargado de domesticarlos y deshumanizarlos convirtiéndolos en simple aplicadores de leyes y artículos sin ningún sentido del ámbito o el contexto, provocando una sumatoria de injusticia que siempre terminan favoreciendo al culpable y culpabilizando  al inocente.
Nos mienten alevosamente cuando bombardean desde la institucionalidad burguesa que los hombres cosifican a las mujeres y por eso las maltratan, como si esto fuera una nueva moda o fuera el producto de las últimas generaciones de hombres que han nacidos  enfermos de machismo, sin embargo todos los políticos de turno se pelean por salir en el programa de Marcelo Tinelli, como si eso no fuera el lugar por excelencia para cosificar mujeres o si la mayoría de la grandes empresas no le pagaran menos a las mujeres que a los hombres por el mismo trabajo. ¿Tal vez lo que haya que pensar fuera que el rol que le toco a la mujer en el mundo de la explotación capitalista es estar por debajo de los hombres para producir a más bajo costo y muchas veces ser parte de su apetito sexual y caprichoso, oxigenado por la propia marcha de la explotación?
Se llenan la boca hablando de cosificación pero la negligencia en el transporte público como los trenes, o los asesinatos por robo, los pibes desnutridos o el aumento del narcotráfico, son solo simples números y estadísticas, como si fueran sólo una cosa más, una estadística hueca que sirve de titular y al otro día nadie se acuerda.
Quién  piensa en el sufrimiento de todas las familias que se encuentran detrás de cada víctima, o el daño que se le provoca a la sociedad cada vez que un pibe cae en la desnutrición que, como consecuencia, su cerebro nunca más adquirirá el desarrollo adecuado.
También debemos ser autocríticos y desenmascararnos a nosotros mismos ya que nos hemos convertido una sociedad sumamente hipócrita, nos rasgamos las vestidura hablando de cosificación y Tinelli es el programa más visto, las botineras son las estrellas del día y todos están a la expectativa de que “gato” se junto con cual futbolista, los programa de chimentos que se basan en quien se acuesta con quien son los más vistos y cada vez se hacen más, las familias de un poco de poder adquisitivo le regalan a sus hijas para los 15 cirugías de pechos y cuantas cosas se van sumando a la larga lista de hipocresías criollas.
Y resulta después que el gran problema de violencia que sufre nuestro país es el maltrato a las mujeres, como si todo el resto de los acto de violencia fueran solo esporádicos y mínimos y no tuvieran la misma importancia, o no provocaran victimas con las mismas consecuencias.
Nos hemos convertido en una sociedad que por carecer de una verdadera vanguardia política somos arrastrados por cualquier consigna mediática que solo sirve para descomprimir temporalmente el sentir popular, perdiendo de vista el problema fundamental que es la única razón por la cual la sociedad inevitablemente seguirá cayendo en un profundo e interminable pozo ciego, y ese problema es la incapacidad del capitalismo para resolver no sólo los problemas diarios de las personas sino hasta su propia existencia como especie.
Guillermo Castelli.



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