domingo, 10 de junio de 2012

El culto a las alpargatas

El culto a las alpargatas


Es sabido el estigma que cargan los sectores populares respecto a sus capacidades cognitivas y al escaso bagaje de conocimientos que en general  poseen, esto es  producto de la historia política que desde el 45 emparenta a los sectores empobrecidos con el peronismo y a su relato basado en la comprensión de los “cabecitas negras” “los grasitas” “los del interior” etc. Esta es otra de las  falsedades  históricas construidas desde la ya inexistente burguesía nacional representada en el viejo peronismo que, fiel a su capacidad de hegemonizar política y culturalmente, han podido convencer a amplios sectores populares que sólo ellos son capaces de comprender su situación social. Esto se debe principalmente a una interlocución dada en un lenguaje simple, popular, casi vulgar para muchos, única manera de comunicarse con los que poseen escasos conocimientos. Esta idea de comunión entre iguales “porque en el fondo todos pertenecemos al mismo sector, tenemos las mismas carencias, y somos portadores de iguales incapacidades cognitivas” es lo que reforzó la idea de que el peronismo representa a los desposeídos, sinónimo de incultos o ignorantes.
Sin embargo, este relato surgió producto del contundente triunfo logrado por el peronismo en su política de hegemonización, pero está bastante alejado de la realidad histórica de los sectores populares que desde finales del siglo XIX habían sorprendido con sus organizaciones gremiales, sus prensas de alto contenido ideológico, como “La protesta humana”,  y sus reuniones en círculos de formación donde se juntaban para estudiar diferentes textos de distintos  autores, que abarcaban al anarquismo, el socialismo y el comunismo,  participando de los debates internacionales más importantes de ese momento como las discusiones entre Marx y Bakunin en la internacional de los trabajadores. Tal era el desarrollo de estos sectores  que José Ingenieros, en el almanaque socialista de La Vanguardia publicado en  Buenos Aires en 1899, dice que la primera sección de la internacional de los trabajadores se fundó en Buenos Aires en 1871.
El triunfo del peronismo sobre estas corrientes  se fue construyendo con un proyecto desarrollista que impulsaba la inexistente industria nacional a través de la sustitución de las importaciones, expandiendo la capacidad productiva del país impulsando no solamente la industrialización sino también la masa de obreros que esta necesitaba para su crecimiento. Por supuesto, todo esto acompañado por un manojo de políticas públicas y sociales que beneficiaban en gran medida a los trabajadores, que históricamente habían luchado para acceder a una mejor calidad de vida y principal fuerza motriz en la lucha que Perón encarnaba contra la conservadora oligarquía agro exportadora, su principal enemigo.
La industrialización y las políticas sociales fueron las principales causas de la gran expansión de su base social, las mismas generaron,  por un lado,  una nueva  clase social, la burguesía industrial que empezaba a   cuestionarle el poder a la oligarquía agraria y que sustentaba el proyecto del general dándole credibilidad y viabilidad al mismo; y por otro lado, después de prohibir y encarcelar a la mayoría de los dirigentes gremiales que venían de una trayectoria combativa y reemplazarlos por nuevas camadas de gremialistas adictos al régimen y sustentados por todo un abanico de políticas laborales que hasta el momento no habían tenido eco en el Estado, construyeron la base obrera que ampliaba su poder con el crecimiento de esta clase  robustecida por una gran inmigración desde el interior que venía siendo postergada desde antaño.
El descabezamiento de las organizaciones obreras, la gran cantidad de ventajas logradas por los sindicatos a través de las políticas estatales y también las propias desavenencias e incapacidades ideológicas de los lideres de construir una vanguardia con solidas ramificaciones en el pueblo fue separando cada vez más a esos ideales perseguidos por aquellos viejos revolucionarios, que aspiraban  muchos más que algunas conquistas laborales como ser la abolición del Estado o un país sin clases sociales, de las amplias masas espoliadas históricamente que no habían internalizado las filosofías libertarias,
La década posterior al 45 fue de una poderosa hegemonía, donde todo lo que se hacía o se inauguraba llevaba el nombre del general o de la primera dama, quien también era la abanderada de los “grasitas”, siguiendo con esa interlocución popular.
Sin embargo, habría que esperar hasta la década del 60 para que la clase obrera y los sectores populares vuelvan a ser portadores de  grandes debates, el desarrollismo iniciado con Perón se proyectaba con Frondizi y el pacto que este había sellado con el general para abrir el periodo democrático luego de la libertadora permitió que este nuevo proceso de industrialización reflotara a los sectores combativos del proletariado en un contexto internacional donde se producía la revolución cubana, la guerra de Vietnam, el mayo francés y el internacionalismo del Che.
Por supuesto que algunos sectores del peronismo intervenía en la saga del debate intentando siempre  embellecer esa gran idea de la justicia social dentro del marco capitalista o la llamada tercera posición, un hibrido teórico dentro de un sistema productivo real basado en la extracción de plusvalía.
Nuestra historia ha sido siempre beneficiosamente interpretada para respaldar la idea de que solamente el peronismo ha sido capaz de comprender a esa gran masa de trabajadores y pobres, mayoritariamente carentes de cultura y conocimiento pero que merecían tener buenas condiciones laborales,  por eso el célebre  mensaje del general desde el balcón de la rosada “de casa al trabajo y del trabajo a casa”.
Lo que asombra en la actualidad es que como esa fórmula históricamente defendida por el peronismo de la comprensión de los sectores populares y sus escasos conocimientos hoy se reformule revirtiendo a los actores. Esto viene a cuenta de que en la semana del famoso debate por el nombramiento de Reposo, candidato a procurador general, el afamado locutor Víctor Hugo Morales, así como otros medios oficiales, en su audición radial dedicara sendas horas a argumentar que las mentiras de Reposo en cuanto a sus maestrías nunca terminadas o sus notas las cuales promediaban cuatro no limitaban sus capacidades para ocupar dicho cargo, haciendo todo un culto  al poco y desastroso estudio cursado por el mismo.
La verdad hay algunos punteros de turno, que ocupando espacios de difusión tanto en medios públicos como privados, hacen gala de la genuflexión que ejercen a destajo, a tal punto de defender lo indefendible, de embellecer el currículo de un funcionario impresentable académicamente, de disfrazar la nefasta realidad cognitiva  como si fuera producto de un ataque del archí enemigo Magnetto, hoy culpable de absolutamente todo hasta de las pésimas notas de Reposo.
Pocas cosas ya asombran de cómo se entretejen los destinos de la nación, lejos estamos de los ideales de nuestros próceres, auténticos patriotas como Belgrano y Castelli, que infatigablemente trabajaban para la educación del pueblo y que se exigían a ellos mismos la continua acumulación de saberes para mejorar sus capacidades de conductores del destino de la patria a tal punto que en sus campañas al interior siempre marchaban con sus libros a cuesta.
 Hoy parece ser como diría don Discepolo que hasta el burro es buen profesor ,que no solamente puede dar clases sino dirigir los destinos de la justicia.
Por suerte, la maldita oposición pudo torcer el brazo de la desavenencia.
Reposo y alpargatas sí, libros no.

Guillermo Castelli.







1 comentario:

  1. Muy interesante reflexión, y cuánto se dispara en tantos sentidos después de recorrerla...
    Un saludo

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La educación crea personas.