lunes, 9 de julio de 2012

Peronismo: de partido de masas a partido cartel.

Peronismo: de partido de masas a partido cartel.

Nunca termina de sorprender en la Argentina de las últimas décadas la movilidad y la rotación de los actores políticos, dirigentes, líderes, burócratas o administradores de turno que alternan posiciones contrapuestas como si existiera un verdadero hilo conductor entre los distintos discursos y acciones que sostienen.
La camaleónica capacidad de esos personajes no solamente hace referencia a su adherencia a diferentes gobiernos para adquirir  más relevancia ocupando cargos de mayor jerarquía o exposición sino también porque ante cada situación conflictiva ya sea por los intereses representados o por las  diferentes estrategias que van desarrollando transitan posiciones políticas que en apariencia  van de una punta a la otra recorriendo el camino de los antagonismos políticos coyunturales.
Pareciera muchas veces incomprensibles los cambios de roles, antagonismos difíciles de digerir para la ciudadanía y casi imposibles de explicar para la los propios agentes políticos y mediáticos.
En la reciente historia de la administración política estatal, y tomando un corto rango de  años por poner una fecha cronológicamente reciente y transitada por personas actuales, podemos tratar de analizar cómo se fueron y se siguen entretejiendo cambios y rotaciones de personajes políticos que en apariencia o corresponde a la misma estructura y profesan la misma ideología o por el contrario se encuentran en posiciones en apariencias antagónicas y opuesta pero que muchas veces, o mejor dicho  la mayoría de las veces, cruzan la delgada línea de las diferencias ideológicas con una facilidad y una desvergüenza que nunca termina de asombrar.
Haciendo  una rápida recorrida en la superestructura política y sin caer en demasiados pormenores podemos observar la extrema rotación de algunos “políticos” como por ejemplo Chacho Alvarez  que en su juventud integro la organización JAEN –Juventud Argentina para la Emancipación Nacional- de orientación derechista con Rodolfo Galimberti y Carlos Grosso y  en 1990 voto a favor de ampliar la Corte Suprema herramienta judicial necesaria para el menemismo y la aplicación del plan neoliberal, más tarde encabezo la Alianza con de la Rua en un supuesto proyecto “progresista” pero rápidamente ante la irremediable precipitación del proyecto abandono el barco y luego reapareció con el kirchnerismo  ocupando primero  la  presidencia de la Comisión de Representantes Permanentes del MERCOSUR y siendo después designado secretario general de ALADI; en la actualidad comparte el bloque oficialista, el que contiene en sus filas al  senador Carlos Menem, del cual tanto despotricó.
Otro caso interesante es el de Eduardo Duhalde, que fue  vicepresidente de Menem y otro  ejecutor central del neoliberalismo, que luego paso a la oposición convirtiéndose en el salvavidas del 2001 y en virtual progenitor de Kirchner, para otra vez pasar a ser un fustigador del oficialismo pocos años después.
Menem, por su parte, paso  de gobernador patilludo y nacionalista a presidente y extranjerización del patrimonio nacional. En este segundo rol compartió el ejecutivo con Duhalde y tenía entre sus gobernadores aliados a Néstor Kirchner y en el senado a Cristina de Kirchner , juntos privatizaron todo lo que pudieron; gracias a eso y a Caballo ganó tres elecciones para luego cederle su lugar a Kirchner  en las últimas elecciones. Entonces paso a ser el principal enemigo del progresismo oficial sin embargo hoy volvió a ser senador por el oficialismo.
Pino Solanas hace una década se paseaba eufórico en el menemovil y propagandizaba las virtudes del nuevo proyecto, poco tiempo después opto por alejarse refugiándose en el cine, para posteriormente aparecer impulsando el kirchnerismo y la nueva faceta del justicialismo; en la actualidad lidera proyecto sur acérrimo opositor del oficialismo.
Moyano, actual secretario general de la CGT, dirigió la juventud sindical peronista de Mar del Plata   -JSP- la cual trabajaba en complicidad con la CNU -Concentración Nacional Universitaria- ambas organizaciones colaboradoras de la Triple A  y las fuerzas armadas en operativos antisubversivos. En  1981 fue elegido secretario general de la delegación Mar del Plata de la CGT y del ’87 al ’91 fue diputado provincial. Surgido tímidamente durante el ocaso menemista, hábilmente supo reagrupar algunos sindicatos del diezmado movimiento obrero luego de haber compartido con el gobierno de turno la entrega del patrimonio nacional a los pulpos transnacionales durante los ’90. En el 2003 Kirchner le devuelve la personaría jurídica al sindicato y hasta hace poco era fiel representante del oficialismo pregonizando la defensa de los DDHH.
Ahora bien, este pequeño repaso no tiene como objetivo hacer solo un relevamiento de la trayectoria de algunas personalidades de la política institucional, por el contrario, trataremos de analizar los porque de semejantes cambios a través de la visión de algunos autores que han investigado la transformación de los partidos políticos en la medida que el contexto político de la sociedad civil también fue cambiando.
En este primer artículo utilizaremos a Richard Katz y Peter Mair que en su análisis de la evolución de los partidos hacen referencias a las distintas fases de desarrollos por las cuales transitan estos en sus modificaciones en relación a la sociedad civil y al Estado.
El primero de estos estadios es el de un régimen censitario liberal, característico de fines de siglo XIX  y principios del XX, basado en un sufragio de requisitos restrictivos y otros elementos limitativos de la actividad política de los no propietarios.
Este periodo histórico se caracterizaba  por una concepción de la política que suponía la existencia de un único interés nacional, mientras que la principal tarea del gobierno era encontrarlo o definirlo y llevarlo  a término.
Los procesos electorales eran  regímenes censitarios, por lo cual,  sólo participaban   aquellos capaces de contar con recursos propios,  estatus o contactos  a nivel local lo que les permitía elevar sus demandas al Estado sin necesidad de intermediario alguno.
Estos partidos llamados de cuadros o notables eran básicamente comités  formados por aquellos que conjuntamente constituían tanto el Estado como la sociedad civil.
El partido de masas, con una militancia organizada, una estructura formal, reuniones periódicas, etc., es la forma característica del  segundo estadio en las relaciones entre partidos, Estado y sociedad civil. Este tipo de partido  surgió fundamentalmente  entre los elementos de la sociedad civil recién activados, y con frecuencia, desposeídos del derecho a voto, como parte de su lucha por obtener voz dentro del Estado, y en última instancia, obtener el control sobre las estructuras gubernamentales.
Los partidos de notables contaban con apoyos basados en la calidad de sus contactos los que proveían el financiamiento, los partidos de masas basaban su fuerza en la cantidad de afiliados que en pequeños aportes financiaban la estructura.
Estos últimos  fueron los primeros en plantear la defensa de intereses sectoriales ya que su labor estaba más concentrada en la representación  del interés de una porción de la sociedad y no tanto del bien nacional. Esto a su vez generaba un disciplinamiento a la hora de elevar las demandas al Estado ya que el partido poseía su propia normativa con la cual  tenían que moverse  aquellos que lo representaban en el ámbito del estatal.
El partido de masas y el posterior sufragio universal democratizó el viejo sistema oligárquico  y la antigua elección de “tutores” obtenidas por el régimen censitario se convirtió en la elección democrática de “delegados”.
De esta manera la sociedad civil quedo claramente separada del Estado y los partidos de masas auspiciaron de intermediarios o puentes transmisores de demandas de la sociedad hacia el Estado.
En la medida que la industrialización fue avanzando la diversidad de sectores se fue complejizando y los partidos se fueron readaptando a las nuevas necesidades, los partidos que habían surgido como representantes de sectores mucho más definidos empezaron a extender sus límites fronterizos hacia otras clases y sectores tratando de seguir  enquistados en el aparato del Estado y, por ende, sus reclamos, sus demandas y sus interésese  fueron cambiando hacia formas más abarcativas.
Todo esto dio lugar el tercer estadio de la evolución donde los partidos tradicionales tanto de izquierda como de derecha fueron convergiendo hacia el modelo de partido “cartel”, en el cual ya no existía la homogenización ideológica y social de los afiliados sino un simple reclutamiento de personas por cierta afinidad programática.
Dicho  desdibujamiento ideológico sustenta el emergente consenso programático que comienza a superar la antigua etapa de mantener un electorado diferenciado por sus necesidades y sus principios por otro mucho más amplio a través de llamados universalistas y con nuevos y novedosos medios de comunicación que empiezan a remplazar a la militancia activa por grandes spot publicitarios, conferencias, debates, grandes sumas de dineros invertidas en marketin y profesionales de la publicidad.
En este modelo, los partidos dejan de ser los agentes de la sociedad civil que penetran  el Estado y actúan sobre él  para pasar a ser  los intermediarios entre la sociedad civil y el Estado, al llegar al gobierno llevan una existencia desdoblada. Por un lado, los partidos agregan las demandas de la sociedad civil y las presentan ante la burocracia estatal, mientras que, por otro, son los agentes de esa burocracia en su defensa de las políticas ante el público.
Entonces volviendo al principio y en relación al imperante cambio de posiciones políticas que operan los dirigentes-burócratas de las diferentes instituciones  ya sean estatales, gremiales o privadas podemos entender que dicho cambio es coherente con el ultimo de los estadios en la evolución de los partidos, donde ya no hay una homogenización  de los ideales, principios o interés sectoriales sino por el contrario un simple acuerdo programático y en la mayoría de las oportunidades de muy corta duración respecto a las propuestas y alineaciones políticas.
En este marco es entendible como las distintas figuras políticas recorren el arco de las posiciones políticas, así  podemos comprender a un Moyano, que proviene de la Juventud Sindical Peronista y la CNU de profunda ideología fascista, luego se convierte en dirigente de la CGT, y consecuente promotor del proyecto nacional y popular de los Kirchner, para finalmente pasar a ser el gran opositor y defensor de los derechos sociales. O a un Firmenich o Abal Medina integrantes de Tacuara, grupo de tendencia nacionalista, antisemita y cristiano, devenidos en Montoneros de aparente tendencia revolucionaria, para más tarde terminar construyendo la base social y económica del menemismo y hoy ser la base ideológica del Kirchnerismo. Lo mismo podríamos decir de los hermanos Borg secuestrados en los ´70 por montoneros y socios de los mismos en los ´90 con Galimberti a la cabeza. O Carlos Heller de antigua trayectoria en el Partido Comunista Argentino, Banquero, dirigente de la mafia futbolista, hoy integrante de la primera línea de economistas del oficialismo.
La lista para analizar  estos casos emblemáticos  es larga e interminable; los agentes políticos que han compuesto y lo siguen haciendo el espectro de la dirigencia política, gremial, empresarial, actual está lleno de ejemplos.
Pero el caso es poder interpretar a que se debe semejante cambios de posiciones en los diferentes personajes políticos con notable exposición y perdurabilidad en el tiempo. Está claro que en la medida que los partidos políticos han evolucionado convirtiéndose en verdaderos “carteles” del negocio de la política y de los intereses de las grandes corporaciones económicas también hubo un       reacomodamiento de los interesados de mantenerse en la cúspide del accionar político y para esto han debido adquirir la capacidad de representar diferentes intereses en distintos marcos políticos, teniendo que adaptar sus posturas y discursos a las necesidades imperantes para lograr las metas que los sigan manteniendo en el ruedo de competencia política.

Guillermo Castelli

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