jueves, 5 de abril de 2012

Malvinas, 30 años de configuraciones culturales?

A treinta años de Malvinas, conmemoraciones, recordatorios, repudios, desvergüenzas, un sin número de relatos que intentan posicionar intereses, pasados, presentes y futuros.
La dictadura, mano de obra barata de una oligarquía financiera transnacionalizada que intentaba a sangre y fuego concentrar y centralizar la producción  eliminando el molesto vestigio de la que se hacía llamar burguesía nacional y disciplinando a una clase obrera que luego de innumerables luchas mantenía la dirección política de un proceso en ascenso que con el Cordobazo había dado un salto en calidad nunca visto en la historia obrera, tenía como objetivo el desmembramiento de todas las organizaciones políticas y militares que se enfrentaban a dicho proceso.
Sin embargo no les fue tan fácil la tarea,  más allá de ciertas teorías  que intentan argumentar la discontinuidad y la inestabilidad de la dictadura Argentina basándose  en visiones experiencialistas, las cuales aducen un compartimiento de aspectos culturales que como consecuencia de complejos procesos históricos  han edificado parámetros culturales sedimentándose y convirtiéndose en prácticas sociales de carácter discontinuo o dicotómicos, podemos afirmar que la verdadera causa de la incapacidad de la dictadura para mantener el proceso en una línea de continuidad fue la resistencia de una clase obrera que aun después de ser fuertemente golpeada mantenía focos de resistencia dentro y fuera de las fabricas, que sus organizaciones políticas accionaban internacionalmente denunciando las violaciones a los DDHH y las organizaciones revolucionarias diezmadas de militantes y en franco retroceso propiciaban pequeñas acciones militares.
No fue simple casualidad ni configuraciones culturales del pueblo las que determinaron el corto pero interminable terrorismo de Estado que se sufrió en la Argentina  en comparación con la duración de los distintos golpes militares en el resto de Latinoamérica.
Ante la imposibilidad del gobierno dictatorial de seguir aplicando el plan económico-militar se optó por una salida bélica  con un país extranjero pensando que esto le podía dar un poco más de aire y hasta tal vez construir algo de consenso que le permitiera estirar su proceso.
Por supuesto esto no era solo una idea loca de un borracho, pensamiento simplista si los hay, el entramado de la operación superaba ampliamente las fronteras nacionales, en plena guerra fría la OTAN necesitaba asegurar una posición estratégica en el cono sur que controlara el paso de un océano a otro y se proyectara sobre la Antártida.
Esa falsa y mentirosa suposición de que Galtieri pensaba que EEUU podía apoyarnos militarmente porque compartía  en centro América  campos de entrenamiento donde militares argentinos colaboraban  entrenando escuadrones utilizados para la contra insurgencia y la tortura en Centroamérica no fue más que la construcción de un relato que intentaba dar alguna credibilidad más a la incongruencia de la guerra.
Sin embargo, la acción de la guerra superaba ampliamente la necesidad de la dictadura de asegurar su mandato, está en todo caso venía a cumplir una buena razón secundaria para llevar a cabo el plan estratégico de la OTAN.
Pero Malvinas siempre cumplió con su rol de protagonismo, no solo fue usada por la dictadura sino también por la democracia, desde Alfonsín que con una política al mejor estilo europeo encabezada por Caputo trataba de sobresalir con legalismos internacionales por supuesto ineficaces, pasando por la vergonzante política menemista de entrega y sumisión hasta el actual nacionalismo Kirshnerista, las islas sirvieron como  un estandarte para la construcción de consensos internos.
Todos hablan del enclave colonial, de la depredación ictícola, del posible  usufructo de petróleo, de la posición estratégica militar, todos se llenan la boca de nacionalismo barato y obsecuente; sin embargo, vivimos en un país donde la gran mayoría de los recursos estratégicos como la electricidad, el gas, el petróleo, las comunicaciones y hasta el campo se encuentra en manos extranjeras, pero esto no sería nada en comparación a la reciente resolución del poder ejecutivo de permitir una base militar del comando sur de EEUU en el Chaco, perdón “una base de ayuda humanitaria” como las que tienen en Afganistán y en Irak.
Entonces uno se plantea por donde pasan los intereses nacionales, si estos sólo se defiende aguas afuera o si la soberanía significa también un Estado políticamente soberano y económicamente independiente en su interior, si esta existe donde 40 millones de habitantes viven día a día sometidos a la mano invisible de un mercado de capitales transnacionalizados y auto gobernados que determinan políticamente por sobre los intereses de nuestro pueblo, los cuales escapan a cualquier tipo de control normativo que tendría que imponer el Estado para asegurar el bienestar ciudadano.
O acaso la soberanía no es auto determinación, o acaso nosotros a través de nuestros representantes no debemos decidir cómo, en qué condiciones y bajo que leyes queremos vivir en nuestro territorio; qué tipo de soberanía nos proponen  si dichas leyes son impuestas por los capitales extranjeros y ellos deciden como nosotros debemos adaptarnos.
Soberanías, banderas, nacionalismos, sentimientos, configuraciones culturales toda una sarta de eufemismos que intentan mantener la zanahoria en alto para que el burro siga caminando despacito pero consecuentemente.

Guillermo Castelli.

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